En lo
que fue la casa de los Pardos en Castejón de Tornos, ese 27 de
septiembre hay un gran revuelo, allí Emerenciana está a punto de
alumbrar a su primera hija, el primer parto en la casa desde que
hace diecisiete años naciera Fermina hermana de la
parturienta, pero la alegría se mezcla con el temor a lo que tantas
veces ocurría, la muerte de la madre del bebe o de ambas, pero nace
María del Rosario, destinada a ser una mujer fuerte y de carácter,
pero ante todo una superviviente, la mortandad infantil que no
entendía de casas se cebo con León y Emerenciana, de diez hijos,
sólo sobrevivirían la mayor y la antepenúltima. Gracias al trabajo
de los que les precedieron, la familia tenía
una buena posición en el pueblo, como ella misma decía “su
padre tenia criados e iba a los toros a Calatayud”. El 7 de Enero
de 1936, la hija del “Castellano” casa con Pedro Pescador,
comienza la etapa de esposa en momentos difíciles para España, en
aquel verano comenzará la incruenta guerra que separa al joven
matrimonio y que a punto estuvo de acabar con la vida de toda la
familia, reunida en la vieja casa de los Pardos, aquella noche en que
encendidos por el odio y la envidia, algunos paisanos pretendieron
prender fuego a la casa con todos los que dentro estaban, por suerte
en el último instante se hizo la cordura y no prendieron las llamas.
En 1937 nacería la primera hija Carmen, a la que seguirían Miguel,
Isabel, Emerenciana, Pilar, León y Pedro José, el dolor llegaría
con la muerte de Isabel.
La
familia se traslada a Zaragoza, a la Torre del Ojo, junto al Canal y
Quinta Julieta, donde cree que tendrá más oportunidades en especial
para los hijos, pero como desafío a la suerte, quiere que su hijo
pequeño nazca en el hogar paterno, a pesar de sus cerca de 42 años
y seis partos emprende un viaje en tren y caballería por las vías
de los primeros cincuenta, pero logrará su objetivo.
En
Zaragoza Rosario lejos de las comodidades del hogar paterno, habrá
de trabajar y luchar para sacar a su familia adelante, andará por
campos y caminos hasta la plaza de las Canteras, para allí tomar el
tranvía hasta el Mercado Central y luego el regreso a la Torre
cargada con la compra, pasa el tiempo y casa la hija mayor, la
familia dejará la Torre
para acercarse más al barrio primero un piso y luego una parcela
allí fallecería Pedro, dicen que feliz por tener un nieto que
perduraría su apellido no así los tuyos que al igual que su madre y
abuela se integrarían en su nueva familia.
Comienza así su última etapa, los temblores del parkinson, ver
casados a todos sus hijos, el mudar
por sus casas, sus diferencias, el crecer de los nietos de los
hijos, incluso ver casar a su nieto mayor y saber que iba a ser
bisabuela pero tras el último placer, buen taco de escabeche, moras
de caramelo y caja roja, llego el infortunio, una rotura de cadera,
sería el comienzo del fin de tu estancia física entre nosotros, a
pesar de no gustarle debe ingresar en un hospital, para expirar unos
días después, quizás su única pena no haber visto nacer a su
bisnieta.
Un beso Abuela.
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